Cuando pensamos en energía solar, pensamos siempre en utilizarla para generar carlor, sin embargo es posible refrigerar nuestra casa gracias a la energía solar, consiguiendo ahorrar entre un 80 y 90% nuestro consumo energético.

Así nos lo explica Ecoinventos:

Actualmente, entre el 20 y el 25 % de la energía consumida dentro del hogar se destina íntegramente a la climatización. Este gasto, dispara la factura mensual a la vez que afecta de manera negativa al medio ambiente, puede reducirse de manera considerable con el sol como concepto base.

¿A qué nos referimos cuando hablamos de frío solar?
Son aquellos sistemas que utilizan la energía solar no para calentar el espacio, sino para enfriarlo; se trata, por lo tanto, de aprovechar el calor para generar frío. Durante los meses de verano, especialmente en la zona centro y sur de nuestro país, el consumo eléctrico se dispara a causa de los aparatos de aire acondicionado. Por lo tanto, la popularización del frío solar podría suponer un desarrollo fantástico en la implantación de energías renovables para refrigerar los espacios.

¿Cómo funcionan las instalaciones de refrigeración solar?
El proceso es muy similar al de la generación de calor a través de las energías renovables. En primer lugar, se capta la energía solar mediante el sistema elegido, como paneles solares o calderas de biomasa.

A continuación, se almacena la energía, la cual sirve como fuente de alimentación para el sistema encargado de producir frío. El siguiente paso es la distribución de la energía en forma de frío; generalmente se utiliza un circuito radiante instalado en el suelo o el techo. Y, por último, la máquina que produce el frío realiza lo que se conoce como circuito de disipación; esto es, capta el calor de dentro del edificio para emitir frío.

La capacidad de almacenar energía solar térmica es clave para poder proporcionar de forma continua una energía que se almacena de forma fluctuante, como es la solar. Aunque es necesario recalcar que lo que se almacena no es energía térmica exactamente, pues no se conserva en forma de calor, sino que se transforma en energía química.

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